lunes, 26 de noviembre de 2007

PARQUE CON VIDA PROPIA

Diseñado por el Ingeniero Carlos Thays en el año 1903, el Parque Chacabuco es un amplio espacio verde situado en la Avenida Eva Perón al 1400. Exquisitos aromas contornean sus inmediaciones. ¡Es que la primavera, ha hartado de belleza a cuanto árbol lo compone! Visto de afuera, es el sitio ideal para los amantes de la vida al aire libre, los apasionados a las caminatas y los corredores aficionados con asumidas aspiraciones vencedoras. Pero pocos advierten, desde ese mismo afuera, que el “Chacabuco” tiene corazón: el “Centro Cultural Adán Buenosayres”, proveedor de buen arte para todo aquel que lo escudriñe y no se deje llevar por su “facha”. Ocurre que, estéticamente, no dice demasiado. Pero, como dijo Saint-Exupéry, autor de “El Principito”: “Lo esencial, es invisible a los ojos”…a lo que agregó: “Y de inteligentes, no dejarse llevar por las apariencias”.
Si se ingresa por la Av. Eva Perón, debajo de la autopista se observa un cerco de rejas verdes, algunas hamacas y varios areneros, que les darán la bienvenida. El Centro cultural está precedido por un restaurante sencillito,pero con muy buenos gustos artesanales. También debajo de la autopista, pero hacia la derecha, funciona un club indiferente a la vista de cualquier ajeno al parque. Sin embargo, para sus vecinos, es de suma importancia por sus múltiples actividades. En cambio, ingresando por la Avenida Asamblea, la cosa es más simple. Bastará con atravesar la peatonal, para toparse de frente con “el Adán”. Este centro cultural está compuesto por una sala de espectáculos con capacidad para 300 personas (a la cual se accede los viernes y domingos), un patio de esculturas que ofrece exposiciones de la Asociación Argentina de Artistas Escultores y un Espacio de Arte multimedia. También brinda ciclos de danza y música en sus diversos estilos. Y además, de martes a sábados, en distintos horarios, se desarrollan talleres y seminarios para alumnos de niveles intermedios y avanzados orientados a las artes escénicas.
Entonces, para saciarse de buen arte el “Adán Buenosayres”, en el corazón del Parque Chacabuco, es el sitio recomendado.
Por Patricia González Rojas

Para mayores informes sobre cursos y horarios llamá al 4923-5876, de martes a viernes de 10 a 20Hs.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Raro como encendido

Charly García es una de las figuras fundamentales de la música Argentina. Nació el 23 de octubre de 1951. Hijo de una rica familia porteña, su iniciación musical se dio a los 3 años cuando su madre le regaló un pianito de juguete. Con él Charly componía melodías coherentes y bellas. Al ver su talento, su madre lo anotó (con 4 años) en una escuela de enseñanza de música de su barrio, el conservatorio Thibaud Piazzini, de donde, a la edad de 12, egresó con el título de profesor de música.
Asistió al Instituto Social Militar Dr. Dámaso Centeno, un colegio tradicional ubicado en el barrio Caballito. Desde los primeros años solía escapar de las clases, para ir a tocar el piano al salón de actos.
Formó y lideró bandas exitosas y reconocidas por sus composiciones como Sui Generis (1972-1975), Porsuigieco (1976), La Máquina de Hacer Pájaros (1976-1978), y Serú Girán (1978-1982. Serú Girán fue su mejor grupo, en el que reunía los mejores músicos de Argentina del momento: el guitarrista, multi instrumentista y cantante David Lebón, el bajista, tecladista y cantante Pedro Aznar y Oscar Moro, un histórico baterista que formó parte de Los Gatos -la primera banda de rock argentino.

Desde 1982 se extiende su etapa de solista en la que mantuvo la calidad en sus producciones e incorporó en sus discos a músicos argentinos de primer nivel como Fito Páez, Fabiana Cantilo, Hilda Lizarazu, Fabián Von Quintiero y Fernando Samalea.
Siempre fue una figura polémica y excéntrica, aunque esta se haya incrementado en los últimos años. Sus repentinos cambios de humor en medio de los recitales por los problemas con el sonido, sus frecuentes escándalos y sus frases grandilocuentes sobre sí mismo e hirientes hacia otras personalidades, lo convierten en una figura que reúne amores y odios. Fue internado tres veces en clínicas psiquiátricas y echado del ejército cuando cumplía con el servicio militar obligatorio por haber paseado un cadáver en silla de ruedas, lo que motivó una investigación psiquiátrica que lo determinó psicótico y paranoico con personalidad esquizoide.
También ha probado el vértigo de lanzarse desde una ventana del noveno piso de un hotel de Mendoza hacia una piscina, y cuando la prensa le cuestionó su acto dijo: “¡Sólo la vi, y me atreví! Hay que ir más allá, además yo no me voy a morir nunca y mi capricho es ley”. Más tarde referiría que se atrevió a tirarse después de muchos cálculos y debido a que estaba encerrado en la pieza, ya que afuera estaba la policía para interrogarlo debido a incidentes sucedidos la noche anterior en un pub de la misma ciudad.
Sin embargo preferimos recordarlo por sus genialidades más que por sus excesos. Por haber compuesto canciones inolvidables para los argentinos como “Historia de Alicia en el País”, “Nos Siguen Pegando Abajo”, “Los Dinosaurios”, “No bombardeen Buenos Aires” y muchas otras más.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Una camilla muy especial

Las grandes creaciones no suelen surgir de la nada. Por lo general, estas ideas tienen un origen emparentado con la observación detenida y detallada de acontecimientos cotidianos que presentan problemas difíciles de resolver. Algo similar le ocurrió a Claudio Blotta, un inventor argentino nacido en Rosario que en 1994 ideó la primer camilla automática para emergencias. Este dispositivo permite levantar a las personas heridas sin tocarlas, evitando así el agravamiento de las heridas que podría generar un eventual contacto. “Este invento nació a partir de un accidente callejero. Había una persona tendida en la calle y la gente decía lo que se estila en estas situaciones: ´Que nadie lo toque´. Esa frase fue el disparador necesario para poner la mente en acción y resolver el dilema. La camilla, señala el creador con modestia: “Es muy simple, se trata de una cinta transportadora, ubicada en una estructura, que gira y retrocede a la misma velocidad que avanza el chasis, y que permite levantar al herido sin moverlo”.
Por este invento Blotta fue distinguido en 1997 con la Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos realizada en Ginebra, Suiza. Sin embargo, para participar en esa exhibición en la que compitieron 41 países, debió invertir alrededor de 10 mil dólares ya que no contaba con ningún tipo de apoyo estatal o empresario. En Argentina, ser inventor no es fácil y mucho menos redituable. Sólo unos pocos pueden vivir de sus creaciones, como Blotta que posee numerosas patentes de invención tanto en la Argentina como en los principales países del mundo, y más de diez productos comercializados con mucho éxito en el mercado. Además, este ingeniero rosarino posee un taller en el que desarrolla motores para lanchas junto a tres empleados más.
Blotta, fue un inventor precoz. A los siete años desarrolló su primer invención: una caña de pescar automática. El anzuelo tenía atados dos hilos, uno tenso y el otro flojo. El tenso movía un disparador de una banda de goma, que se largaba cuando los peces mordían la carnada. Asimismo, también realizó mejoras para motores fuera de borda, e inventó una compactadora de residuos y una máquina cortadora de discos farináceos.
Para este inventor, admirador de Leonardo Da Vinci: “La mayoría de los inventos son una combinación de cosas inventadas o descubiertas, y los que a mí me gustan son esos que cuando los ves decís: `ah, mirá qué fácil que era ´.

Por Esteban Martínez

domingo, 18 de noviembre de 2007

Mucho más que una placa roja

Pocos deben ser en el mundo los canales de noticias que tienen el arraigo y la popularidad de la que goza Crónica TV en Argentina. Si bien es cierto que tiene su fuerte competencia en Todo Noticias (TN) y que, en la mayoría de los cafés del centro porteño se sintoniza TN, nadie puede desconocer que las primicias no son lo mismo si no se ven en Crónica.
Será que las placas rojas en las que se presentan las más diversas –y muchas veces absurdas– noticias ya son un verdadero “clásico” a la hora de informarnos. O tal vez, por su numerosa cantidad de móviles, que le permiten siempre llegar antes para asegurarse la tan ansiada primicia. Seguramente, cuando suena la marcha característica del canal (Stars and Bars), y la voz del locutor/a dice “ÚLTIMO MOMENTO” nuestra atención queda a merced del sensacionalismo propio del canal. En ese momento, uno puede esperar (casi) cualquier cosa. Y quizá eso es lo que lo diferencia de otros canales de noticias. Al sintonizar TN, el televidente ya sabe que lo que se le presentará a los ojos será “cuidado” y con cierta pretensión de “neutralidad/objetividad”. Pero con el canal creado, en 1993, por Héctor Ricardo García (también creador del diario Crónica) nunca se sabe. O sí, se sabe que explotarán sus imágenes explícitas sin ningún tipo de reparos...
Hay títulos memorables que, con una extraña combinación de ironía y chiste fácil, han quedado grabados en la memoria colectiva de mucha gente. De la misma manera, hay situaciones memorables como el día que, en plena toma de rehenes, los delincuentes pidieron negociar con el presentador de las noticias de este canal, Claudio Orellano. Éste no sólo accedió (bajo autorización del juez) sino que le dio lugar a otro pedido de los delincuentes: hablar con Riverito (el habitual presentador de los números de la lotería y quiniela). Así las cosas Orellano y Riverito negociaron con un tal "Toqui" que, finalmente, se entregó. Crónica presentó eso como un hecho glorioso.
Por eso, se podrán criticar muchas cosas de Crónica TV. Que no es serio que dos muñecos como "Carozo" y "Narizota" (dos populares títeres de los ochenta) presenten noticias, o las innecesarias cuentas regresivas en las que, por ejemplo, recuerdan que en pleno enero faltan 122 días para el invierno y encima reforzándolo con imágenes de gente a la que se le dan vuelta los paraguas o que van todos “emponchados” de pies a cabeza.
Se pueden decir muchas cosas, es cierto, pero nadie puede desconocer que Crónica TV forma parte de nosotros como ningún otro canal de noticias. Y eso, mal que le pese a muchos, es así.

Por Matías Izaguirre

sábado, 17 de noviembre de 2007

Aires de buenos stencils

Fsssshhhh silba el aerosol mientras estampa su nueva marca en una pared sobre la calle Uruguay al 200, en pleno centro de Buenos Aires. Es domingo y está anocheciendo. Una pareja que pasa por la vereda de enfrente se detiene a mirar al consumado “tatuador” de paredes (stencilero, para los entendidos). Lo ven moverse veloz, con una radiografía calada en una mano y con el aerosol en la otra. De la mochila, que le cuelga en bandolera, y está entreabierta asoman algunas latas más. La operación dura no más de 30 segundos. El joven stencilero no advierte que está siendo observado. Tampoco parece importarle. Termina con lo suyo y se va en dirección a Avenida de Mayo.
La pareja cruza la calle y advierte que en esa pared hay muchos más de esos coloridos dibujos llamados stencils. Sacan unas fotos con el celular, pero se quedan mirando el último. Una figura sin manos que se dibuja en la pared. Observan con atención y quizá no sepan que el de la sonrisa y los brazos en alto es Perón (Foto 1). Y aun si lo lograran inferir es probable que no alcancen a entender el sentido último que encierra ese stencil en particular. Y ahí radica una de las mayores virtudes de esta técnica, que suele tematizar con cuestiones socio-políticas, aunque no se agota ahí, claro. Este arte urbano, surgido en Londres en los ochentas y “exportado” a otras grandes ciudades del mundo, apela por definición al transeúnte. En la mirada del otro encierra la razón de su ser. Así suele ser, además de políticamente “incorrecto”, irónico, bizarro, anti sistema, gracioso y crítico hasta la corrosión.
Buenos Aires y el conurbano tienen grandes stencileros (el Burzaco stencil es uno de los grupos más reconocidos) que han hecho pintadas (¿obras de arte?) tan reconocidas que dieron la vuelta al mundo. La cara de Bush con las orejas de Mickey (Foto 2) es tal vez la más famosa. Incluso llegó a ser motivo de remeras y pancarta de protesta en muchas de las manifestaciones contra la invasión estadounidense a Irak.
Donde otros ven carteles, mugre y pintadas de todo tipo en paredes viejas, los stencileros hacen un lugar, como si fuera un “lienzo” para atrapar la mirada del caminante. A partir de una estética –más o menos depurada– que promete llevar temas e ideas hasta la vuelta misma de la esquina.

Por Matías Izaguirre

domingo, 4 de noviembre de 2007

El Edificio Kavanagh o una rivalidad de Mujeres

Según un famoso refrán, “la venganza es un plato que se saborea frío”. Seguramente, el ingenio aplicado a este propósito no hace más que condimentar placenteramente ese banquete. Si a esto, le agregamos la humillación del adversario por perder algo muy preciado, el deleite pasaría a convertirse en éxtasis. Algo similar habrá sentido Corina Kavanagh cuando vio, al fin, inaugurado el edirficio bautizado con su apellido y que simbolizaba su revancha contra los Anchorena, una de las familias más tradicionales del país.
Corina era una hermosa mujer de origen irlandés, proveniente de una familia enriquecida, pero sin linaje. Por esa época, mantenía una historia de amor con un joven de alta alcurnia, hijo de Mercedes Castellanos de Anchorena, la que se oponía tajantemente a la relación y que logró que terminara porque consideraba a Corina una advenediza, una nueva rica que no provenía de una familia patricia. Despechada, humillada y decidida a tomar revancha, la joven elaboró una venganza sin sangre…pero con ladrillos. Nada desvelaba más a los Anchorena, que la construcción de la Basílica del Santísimo Sacramento (foto 2), templo realizado a pedido para que se convirtiera en el sepulcro familiar. Los Anchorena, vivían en el Palacio San Martín, (edificio en el que hoy se encuentra la Cancillería) y desde allí tenían una vista privilegiada de la iglesia. Sin embargo, la intención de la matriarca de la familia consistía en comprar un lote vacío que estaba justo frente a la iglesia, para construir allí su nueva mansión y que la parroquia quedara así anexada. Dispuesta a golpear donde más duele, Corina Kavanagh redobló la apuesta. Vendió tres estancias en Venado Tuerto para comprar el terreno y edificar este rascacielos con aparentes fines comerciales pero con dos intenciones: frustrar los planes de su enemiga y tapar completamente la visión de la iglesia desde los ventanales de la mansión Anchorena.
Ubicado en Florida y San Martín, el Edificio Kavanagh fue inaugurado el 3 de enero de 1936 y, por aquella época, se convirtió en el rascacielos más alto de Latinoamérica con una altura de 120 metros. Su estructura de hormigón armado -la más grande del mundo por aquel entonces- fue proyectada por los arquitectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luis de la Torre y construido en el tiempo récord de 14 meses. Cuenta con 33 pisos, subsuelo y azotea. Cada uno de los 113 departamentos tiene distintas comodidades y entrada privada. Los 13 ascensores, las 5 entradas independientes, las 5 escaleras locales en la planta baja y el estacionamiento resultaron una verdadera novedad para la época. De estilo racionalista –corriente tradicional de la década del ´30- ofrece comodidades como gimnasio, pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico central, depósitos de seguridad y aire acondicionado central, lo que refleja un estilo de vida al que muy pocos podían (y aún hoy pueden) acceder.
Paradojicamente, si hoy alguien quiere mirar de frente la actual basílica del Santísimo Sacramento, debe pararse en el pasaje... Corina Kavanagh.
Por Esteban Martínez

jueves, 1 de noviembre de 2007

Los vermicelli que resisten el paso del tiempo

En el microcentro , el restaurant “Pippo” lleva 70 años cocinando pastas caseras, carnes y mariscos. A las nueve, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, el microcentro se encuentra despoblado y luminoso. El restaurante Pippo, tradicional lugar de pastas y carnes desde 1936, espera a los comensales que frecuentan el centro de la ciudad porteña. En las grandes ciudades, la comida rápida (fast food) ocupa un lugar importante en la alimentación, sin embargo la comida casera no pasa de moda y tampoco los lugares que la ofrecen. En PIppo, el plato más pedido son los los vermicelli al tuco y pesto. Se elaboran setecientos kilos semanales de estos gruesos fideos caseros. Las cintas o spaghettis de albahaca, los ravioles de calabaza y la ensalada málaga son otros de los platos recomendados. Los postres, la parrilla y los mariscos también se sirven en grandes porciones. En cuanto a los precios, no son elevados pero tampoco pueden decirse económicos. Los dos locales de Pippo ofrecen servicio de delivery que incluye reparto de minutas y pizzas a domicilio. Luego de setenta años, Pippo se sabe adaptar a las demandas actuales. Este lugar que mantiene vivo el interés por la buena pasta fue y es lugar de encuentro de importantes figuras del teatro, el deporte, la política tales como Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Tato Bores, Horacio Acavallo, Oscar "Ringo" Bonavena, "El Mono" Gatica, Hugo "El loco" Gatti, Ramón "Palito" Ortega , Raúl Portal, Gastón “Gato”Gaudio, Andy Kusnetzoff, Marcelo Tinelli, y tantos conocedores del buen comer que siguen manteniendo vigente este tradicional restaurant. En el local de Paraná al 300 las mesas están cubiertas con papel, las servilletas blancas tienen bordado en rojo el nombre del restaurant y la sensación es la de comer como en casa. La cartelera de la entrada muestra con orgullo un recorte de diario que cuenta su historia y exhibe grandes fotos con sus especialidades. "Todo lo perdemos y todo nos perderá", escribió Antonio Machado, pero si una ilusión queda se puede intentar conservarla. Mantener como sitio de encuentro un lugar que recuerde a nuestro hogar puede convertirse en una trinchera ante el avance del tiempo y la hegemonía de la comida chatarra.

Por Mariana Mei.


Pippo

Montevideo 341

Paraná 356

El cine que no nos deja de mirar

"La tregua" y "Buena vida delivery", dos películas argentinas que reflejan épocas diferentes y situaciones similares. Dos alternativas para conocer un poco más sobre el cine argentino y su temática. El cine argentino de los últimos tiempos tiene varios títulos exitosos en su haber. Ricardo Darín ha protagonizado varios de esos sucesos cinematográficos como "Kamchatka", "Nueve Reinas", "Luna de Avellaneda" y "El hijo de la Novia". También hay otros films que fueron protagonistas de la taquilla durante varias semanas como "Elsa y Fred", "Iluminados por el fuego" y "Quién dijo que es fácil"."La tregua", película de 1974 y "Buena vida delivery", de 2004, retratan la sociedad argentina y sus hábitos según pasan los años. Dos historias de amor que, desde el drama y el humor negro, reflejan el contexto social en el que se desarrollan. La primera es un film dirigido por Sergio Renán y desarrolla una versión libre de la novela de Mario Benedetti. Cuenta un momento decisivo en la vida de Martín Santomé (Héctor Alterio): la posibilidad de su jubilación y la preocupación de cómo usar su futuro tiempo libre. Santomé en un oficinista que enviudó hace veinte años y tiene tres hijos mayores. Descubre que está enamorado de una compañera de trabajo (Ana María Picchio) mucho menor. Ambos forman pareja y cuando comienzan una nueva vida juntos, ella muere. La "tregua" del título es una concesión del destino cruel, un recreo para luego volver a la misma vida gris. Esta historia se narra en una Argentina con empleo, donde el protagonista se siente angustiado por haber trabajado durante más de treinta años en el mismo lugar. Su hijo (Luis Brandoni) está perturbado por verse reflejado en su padre, que siempre tuvo una vida rutinaria y medida. En la oficina donde trabaja Santomé algunos personajes quieren escapar de la recurrente realidad laboral en la que están inmersos. Raúl Vidarte busca ganar el prode y Antonio Gasalla estalla con ácidas palabras ante una burla. La música de Julián Plaza refuerza el tono melancólico del film que cuenta con actuaciones de primer nivel como las de: Cipe Lincovski, Antonio Gasalla, Luis Politi, Oscar Martinez, Marilina Ross, Norma Aleandro y Juan José Camero. "La tregua" fue nominada al Premio Oscar como Mejor Película Extranjera. "Buena Vida Delivery" está dirigida por Leonardo Di Cesare y ha sido premiada como mejor película en el Festival de Mar del Plata y también fue galardonada por su Guión en el Festival de cine de Toulouse. Esta película se desarrolla en una Argentina postcrisis de 2001. Hernán, el protagonista, trabaja como mandadero a domicilio de un local al borde del derrumbe. Tras el viaje de su hermano, su cuñada e hijos a España en busca de mejor fortuna, el muchacho queda solo en su casa en el conurbano. Con una modesta motocicleta cumple su labor de delivery. Conoce a Pato, una joven empleada de una estación de servicio con la que entabla una relación de amistad que luego se convierte en amor. Todo está bien hasta que los padres y la hija de Pato llegan para instalarse en la casa de Hernán. El padre instala su fábrica de churros y Hernán no sabe cómo quitar de su casa a estos repentinos invasores. La historia habla del amor, de la crisis, de las necesidades, de la falta de empleo y de la incertidumbre. Leonardo Di Cesare construye una historia de humor negro que interesa por su manera de narrar la realidad. Algunos nombres no son muy conocidos en la escena nacional pero sus trabajos actorales son notables. Trabajan Ignacio Toselli, Moro Anghileri, Oscar Núñez, Alicia Palmes y elenco. "Quitame esta mufa de verme por dentro y este olor a muerte de mi soledad", dice el tango de Iaquinandi, pero no es posible si la elección es ver alguna película argentina como éstas. La melancolía parece estar siempre presente en cualquier expresión cultural hecha en este suelo. La tristeza, el incorfomismo, la decepción, el escepticismo y el amor son temáticas comunes a las dos películas. Pese a ser muy diferentes entre sí, son recomendables para aquellos que quieran ver buen cine y reflexionar. Ver o volver a ver estos films acercan al espectador al sentir nacional a lo largo de diferentes etapas. Treinta años separan estos dos obras que sirven para entender un poco mas sobre el lenguaje, las preocupaciones y temáticas que definen diferentes momentos de la sociedad.


Por Mariana Mei

Criollos en su salsa

Poner en palabras la identidad argentina no es fácil, menos aún llegar a despertar carcajadas con una historia plagada de injusticias y dictaduras, Enrique Pinti lo logra con talento en "Salsa Criolla", una obra que batió récords y sintetiza como pocas el espíritu argentino, su esencia más cruda con sus ventajas y sus miserias.
En “Salsa Criolla”, Enrique Pinti repasa con comicidad la historia argentina y muestra las hipocresías de los partidos políticos, el ejército, la iglesia y el pueblo. Salsa criolla es un espectáculo que batió records y que también se convirtió en una obra literaria exitosa. Diez temporadas teatrales, tres mil representaciones y tres millones de espectadores son los números de este fenómeno teatral.
La obra comienza y termina con los bailarines vestidos de blanco y celeste, repasa diferentes épocas desde Isabel la católica, el indio, el compadrito, el petitero y el hippie.
En la edad media los que infringían las leyes eran torturados en la plaza pública, en este espectáculo los malos gobernantes son burlados a sala llena en un teatro que se incluye en la burla tragicómica de la realidad.
Salsa Criolla ahonda irónicamente las contradicciones de la sociedad argentina que se escandaliza de las malas palabras y no reacciona ante las injusticias. “Es un país tartamudo, todo pasa de nuevo”, afirma el actor que también apela a la memoria, como la principal herramienta contra la corrupción política y social. El mensaje que deja este recorrido histórico es que a la democracia, con sus falencias, hay que defenderla y la autocrítica es una herramienta esencial para mejorar como país.
Para todos los que quieren entender un poco sobre Argentina y su historia contemporánea, Salsa criolla puede leerse o alquilarse en el videoclub más cercano. Disfrutarla permite reflexionar acerca de la historia de la que los argentinos somos parte.

Salsa Criolla en números:

10 temporadas teatrales

3 millones de espectadores

3.000 representaciones




Más información sobre Enrique Pinti


Enrique Pinti (foto) es un humorista, actor y dramaturgo argentino. Lleva escritas y estrenadas seis obras de teatro para niños y una para adultos; creó gran cantidad de sketches, cuentos y monólogos para programas televisivos; montó diez espectáculos de music hall y café concert; adaptó obras extranjeras; es coautor de diez espectáculos junto a Antonio Gasalla. Se ha especializado en el show unipersonal. Algunos de sus mayores éxitos fueron: "Historias recogidas" (1973 al 75), "Historias recogidas II" (1978 al 79), "El show de Enrique Pinti" (1980 al 81) y "Vote Pinti" (1983). En 1984 fue invitado al Festival Latinoamericano de Teatro de Nueva York por otra obra suya, "Pan y circo" (1982), "Salsa Criolla" (1985) y "El Pericón" (2000). Durante 2006 trabajó junto a Guillermo Francella en “Los productores”. Actualmente realiza "Pingo argentino" en el Teatro Maipo (Esmeralda 449), un monólogo en el que, como es habitual, ningún político puede eludir los embates de su filosa lengua.
Por Mariana Mei