Soda Stereo, Estadio River Plate, sábado 20 de Octubre de 2007.
El recital arrancó cuando Cerati se asomó y dijo: “Por fin”. En ese momento, la burbuja en el tiempo que fue esta reunión de Soda Stereo, explotó y se hizo canción. Con “Juegos de seducción” rompieron hielo.
La espera -desde la compra misma de la entrada ¡en Junio! hasta las 21 hs. del día de la cita- incluyó estados de ánimo varios: emoción-ansiedad-alegría-hartazgo comercial-indiferencia-recuerdos-nuevamente ansiedad y mucha pero mucha expectativa. Unos videos del
genial Peter Capusotto (ver urgentemente “Peter Capusotto y sus videos”, lunes 23 hs. por Canal 7 o buscar en YouTube) hicieron muy entretenida la demora, pero lo cierto es que una vez ahí ya poco importaba la impuntualidad. Tres tipos salieron a rockearse entre ellos frente a 65.000 personas que presenciaron esa sutil guerra de instrumentos. Porque más allá de la excelente calidad musical del encuentro, entre Gustavo Cerati (voz, guitarras), Zeta Bosio (bajo, coros) y Charly Alberti (batería), la poca onda fue evidente.
En la primavera de 1997 esta banda de rock que supo ser la más grande de Latinoamérica decidió separarse. Entonces tuvimos un único recital también con un River Plate repleto y un cierre memorable: “¡Gracias… totales!” fueron las improvisadas palabras finales de Cerati. Un abrazo sentido entre los tres y cada cual a lo suyo. En estos diez años, Gustavo creció muchísimo como solista y compartió (¿robó?) novia con Charly, que se dedicó al negocio de las computadoras, mientras Zeta se armó una productora independiente para bandas under y organizar festivales de música alternativa. Ni el destino ni las causalidades, quisieron que durante toda una década estos otrora inseparables compañeros de la música se dirigieran la palabra. Mucho menos se fantaseaba con una reunión de la banda. Pero lo que no consiguió la calidez humana, lo logró una compañía de teléfonos celulares. Con un gran sponsor, una maquinaria de marketing exagerada y una gira por toda América con entradas agotadas, Soda Stereo versión 2007 volvió a ponerle música a la primavera.
El repertorio estuvo muy lejos de ser aquel del de la despedida, plagado de hits que desataban la euforia colectiva. En esta oportunidad, hubo un repaso prolijo por todas las etapas de la banda, fue entonces que pudieron sonar temas tan viejos como paradójicamente nuevos para el público de menos de treinta años. Eso hizo posible una reactualización de ciertas premisas de la década del ochenta que -leídas en clave post dictadura- dejó en evidencia el falso debate Los Redondos vs. Soda Stereo (basta con repasar hoy las letras de “Vitaminas”, “Dietético” o “Sobredosis de TV” para encontrar el contenido político que tanto le reclamaron al trío). Los momentos más intensos estuvieron a cargo de “Persiana Americana” (aquí literalmente el estadio explotó y la voz de Cerati no se escuchó durante toda la canción), “En la ciudad de la furia”, “Primavera 0”, “De música ligera” y “Sueles dejarme solo”, lejos una de las guitarras más encendidas de la noche. Sorprendieron con el final reggaeton de “Cuando pase el temblor” y estremecieron con “Signos”, “Fue” y “Zona de promesas”. Hicieron bises y agregaron un tema de improviso “por ser sábado”. Tocaron con precisión de relojería suiza durante más de dos horas y media. En una palabra: cumplieron. Pero no volvieron. Esta no es la vuelta de Soda Stereo. Para serlo, tendrían que tener disco nuevo, temas nuevos, versiones nuevas, algún cover, al menos. Como nada de eso sucede, le siguen sacando jugo a las mismas canciones de siempre, tarea que sólo puede ser posible a costa de haberlas dejado reposar un buen rato primero. En el fondo, más allá del rejunte de Soda Stereo (al que se suman The Police, Genesis y muchos otros a nivel mundial), es la extinción de un género musical que supo alcanzar el status de forma de vida lo que está en juego.
“Gracias por tanto” se despidió esta vez Cerati, como intentando repetir la atmósfera de hace diez años mientras se está apagando el rock.
Por Estefanía Iñiguez
El recital arrancó cuando Cerati se asomó y dijo: “Por fin”. En ese momento, la burbuja en el tiempo que fue esta reunión de Soda Stereo, explotó y se hizo canción. Con “Juegos de seducción” rompieron hielo.
La espera -desde la compra misma de la entrada ¡en Junio! hasta las 21 hs. del día de la cita- incluyó estados de ánimo varios: emoción-ansiedad-alegría-hartazgo comercial-indiferencia-recuerdos-nuevamente ansiedad y mucha pero mucha expectativa. Unos videos del

En la primavera de 1997 esta banda de rock que supo ser la más grande de Latinoamérica decidió separarse. Entonces tuvimos un único recital también con un River Plate repleto y un cierre memorable: “¡Gracias… totales!” fueron las improvisadas palabras finales de Cerati. Un abrazo sentido entre los tres y cada cual a lo suyo. En estos diez años, Gustavo creció muchísimo como solista y compartió (¿robó?) novia con Charly, que se dedicó al negocio de las computadoras, mientras Zeta se armó una productora independiente para bandas under y organizar festivales de música alternativa. Ni el destino ni las causalidades, quisieron que durante toda una década estos otrora inseparables compañeros de la música se dirigieran la palabra. Mucho menos se fantaseaba con una reunión de la banda. Pero lo que no consiguió la calidez humana, lo logró una compañía de teléfonos celulares. Con un gran sponsor, una maquinaria de marketing exagerada y una gira por toda América con entradas agotadas, Soda Stereo versión 2007 volvió a ponerle música a la primavera.

“Gracias por tanto” se despidió esta vez Cerati, como intentando repetir la atmósfera de hace diez años mientras se está apagando el rock.
Por Estefanía Iñiguez
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